La mejor fiesta

Buenos Aires. 14 de Abril 2007

Caímos en una fiesta en una casa con Rodrigo, mi novio. Creo que él conocía a algunos chicos y nos habían invitado, pero la verdad la noche estaba algo aburrida. Él tomó bastante y saltaba de acá para allá con esa música ruidosa.. no sé si es Kapanga, Attaque… ¡no importa! ¡él y sus amigos!
Como ya lo conocía, me había ido bien trola: unas medias 3/4 negras, de red, una mini de jean y un topcito negro. Todavía hacía algo de calor, pero igual llevé un saquito negro también.
Entre la mini y las medias, asomaban mis muslos gruesos y firmes. Y la atención masculina no sabía si centrarse en el arito del ombligo o en mis pechos, turgentes.
Había dejado el saquito en otro cuarto y estaba sentada en la mesa, tomando algo y teniendo que soportar uno tras otro a los pibes, bien tomados, que me venían a decir cosas. La verdad estaba haciendo algo de frío, pero no tenía ganas de pararme. Como no había llevado corpiño, se me notaba enseguida que tenía parados los pezones… ¡que vergüenza! Mejor sí voy a buscar el saquito…
Pero no me podía parar tan fácil, no me había dado cuenta pero el alcohol me había entorpecido mucho. Casi sin notarlo empecé a jugar con un hielito que agarré de uno de los vasos. Me lo pasaba por los labios, lentamente, me lo metía en la boca y lo sacaba.. con dulzura. Lo empecé a lamer y sentí las gotitas frías que se escurrían de él hasta tocarme los pechos… ¡estaba excitada! Por suerte, creo, nadie me vio.
Reaccioné y tomé impulso para ir, aunque sea, al baño, pero me tambaleé mucho y uno de los chicos me agarró: “¡Epa! ¿te ayudo? ¿a dónde querés ir?” – “Al baño” contesté. Y empezó a llevarme.
La ebriedad me hacía decir lo que me pasara por la mente, así que me vi tentada a confesarme con el muchacho: “Vos me viste recién, en la mesa, ¿no?” – “No… ¿por?” – “Si que me viste, por eso me ayudás. Con el hielito, yo estaba jugando con el hielito y la lengua” – “No, te juro que no te ví, pero después si querés me lo mostrás” me respondió.
Ya estábamos en la puerta del baño, y le dije “Te lo voy a mostrar.. si pasás conmigo”. Puso cara de sorpresa, pero no lo dudó un instante.
Una vez dentro, me bajé la bombacha, me subí la minifalda y me senté en el inodoro. “Ay, boludo.. estoy muy mal” le dije. Él, como un caballero, apoyado en la pared, miraba hacia el espejo: “¿Te ayudo a levantarte?” me preguntó, y me extendió una mano. La acepté y me puse de pie, con la bombacha todavía por mis tobillos. Estaba dudando entre subírmela o salir sin ella cuando siento la boca de mi compañero en la mía. Ni lento ni perezoso, pensé, mientras transábamos, un buen rato.
No estoy muy segura de cuánto tiempo pasó, pero fue muy breve y ya le estaba chupando la pija. Era re grande, toda venosa, y creo que se la había perfumado. Tenía la lengua súper sensitiva, se ve que por el alcohol.. así que chupar esa cosa enorme y caliente me producía tanta calentura… la quería ya entre las tetas, así que la puse entre ellas, sin sacarme el top.
Se la cogí con las tetas un rato y ya el desgraciado me había salpicado de semen por todos lados! “¡Noooo! ¡¿ya?!” le exclamé. Me puso cara de culpa, y como yo quería más, se la chupé toda hasta dejarla bien limpita. Me dijo que igual no podía seguir, así que lo senté en una esquina y me senté en el videt. Lo encendí y me empecé a masturbar con el agüita y mis manos. Le mostré las tetas, cubiertas todavía de leche, que me frotaba como si fuera cremita.
Aun a pesar de mi esfuerzo, el pene se caía, no había nada que hacer. En ese momento volví a la realidad y me di cuenta de que habían estado tocando la puerta como desde hacía unos 15 minutos. Como escuchaba la voz de un hombre que decía “¡¡Salgan!! ¡¡Me estoy meando!!”, decidí abrirla. El chico entró como poseído y empezó a hacer pis sin mirar a nadie, incluso sin cerrar la puerta. De modo que la cerré yo y me puse al lado suyo para vérsela.
Estaba flácida, pero se la veía en buen estado y de buen tamaño. Sólo que no tanto como el de recién. Agarré una esponja de la bañera, la mojé con jabón y antes de que terminara de escurrírsela, le pasé la esponja por el glande. Ahí recién me vio por primera vez, totalmente sorprendido: mis tetas afuera con el top por encima, la minifalda recogida en la cintura, y unas gotas de semen en el mentón.
Agarró la esponja y yo le agarré la pija. Me limpió la mejilla y yo bajé instantáneamente para chupársela. Se me ocurrió mirar a mi eyaculador precoz, y ya parecía listo para la acción. Mientras yo la chupaba, él se levantaba y se iba detrás mío. Me puse en cuatro, sin desocupar la boquita. La introdujo y de nuevo todos mis sentidos a flor de piel, me volvieron loca. Creo que eso lo notó el último participante, porque empezó a gemir de cómo se la chupaba.
Atrás mío había muchísimo movimiento, era como un toro, y la sentía tan adentro. Me saqué el pedazo de la boca y le dije a su dueño “Tengo la colita disponible” y antes de terminar de decir nada más, se acomodaron mis dos amantes y me la pusieron a la vez en cada agujero. Y el del pene grande en la vagina. Así lo prefería, porque no me animaba a ponerme tal pedazo en el culo.
Les moví bien la pelvis, cogiéndome bien esas dos porongas. No me olvido más…
El del pene más chico me traicionó, y sin decirme nada acabó adentro de la cola. Más que molestarme, me súper excitó y gemí como yegua. Le grité que no me la saque, pero lo hizo y me la dio en la boca. La chupé tanto que largó un poco más de semen y me dijo que me lo tragara. Normalmente no lo hubiera hecho, pero el otro seguía y seguía cogiéndome de tal forma que mi calentura no encontraba límites. Me la tragué y le mostré la lengua, y ahí el del pene grande rejuntó todas sus fuerzas, la sacó y me la puso entre las tetas. Se la chupaba mientras y al final acabó… me salpicó otra vez el mentón, todo el top, la boca y las mejillas. Me dijo que también me trague lo de la boca, pero se merecía más que eso. Me saqué con una mano lo que había en mis mejillas, entre mis tetas y me lo puse todo en la boca, me lo tragué y se la chupé a los dos un rato más hasta que se les fueron cayendo.
Ellos se fueron y siguieron la fiesta. Yo tuve que pasarle la esponja a mi ropa, que estaba llena de semen. Para cuando salí, me enteré que Rodrigo había quebrado, así que me lo llevé en taxi al departamento.

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