Dejándome convencer...

-por Shirly-
Buenos Aires, Capital Federal. Agosto 2010

Viajábamos juntas en el mismo colectivo cada vez, y siempre charlando diferentes temas, y entramos en una especie de amistad que me hizo sentir suficientemente cómoda para empezar a contarle muchas cosas de mí, de las que incluso con mis amigas más conocidas no me imaginaba charlar. Me inspiraba confianza, y además de ser unos años más grande que yo, parecía haber vivido muchas más cosas y lo expresaba todo con mucha naturalidad y madurez. Llegué a tomarle cierta admiración y no me limité a hablar de mí, sino que le pregunté miles de cosas!

Mi situación era simple, común… pero para mí era un problema sin solución que me tenía en vela muchas noches: Salía con un chico desde hacía 5 años; él un amor, siempre acompañándome en todos los momentos y buscando lo mejor para mí. Yo lo amaba -o así creía- pero a la vez me hablaba con otros chicos por internet, jugando, imaginándome cosas con ellos, y ellos conmigo, y dándolas a entender entre dobles sentidos y bromas.

Conociendo a mi nueva amiga, me vi libre de confesarle todas estas cosas, y me di cuenta que tenía muchas más ganas de “estar con otros” de lo que me animaba a admitirme a mí misma! Ella además de inspirarme tanto respeto, me contó que a mi edad le pasaba lo mismo exacto! que estaba con un novio de hacía años, que a la vez conocía gente con la que aún así quería estar y… bueno! lo mismo! Me contó que si bien disfrutó su relación, disfrutó mucho más cuando se dio sus gustos… y que ahora no podía dejar de hacerlo con uno, con otro…

Cada vez que nos veíamos nos contábamos más y más cosas, yo al menos… que buscaba su guía. Con la excusa de estudiar juntas, nos empezamos a juntar en nuestras casas, sobretodo en la de ella, que vivía sola y me relajaba para hablarle de lo que se me viniera a la cabeza, que no todo tenía que ver con chicos y sexualidad! pero sí era el tema mas interesante. Me contó de varios encuentros sexuales que tuvo, la mayoría eran impactantes para mí, como ser tener sexo con alguien que conoció ese mismo día, o hacerlo en un lugar público, o solamente estar con más de uno por semana. Todo tan extraño, como entrando a un nuevo mundo que lejos de espantarme, me llamaba cada vez más la atención. Yo no me guardaba mis comentarios de admiración mezclados con envidia (sana) que sentía sabiendo esas cosas de alguien que tenía en frente de mis ojos! aún así, siempre venía la imagen de mi novio a la cabeza y me bajaba de las nubes.

Así pasó el tiempo. Alguna vez llegué a admitirle que consumía marihuana por diversión, y que hasta sabía la receta para comerla en brownies! eso sirvió de excusa para invitarme a su casa a ‘relajarnos’ un poco. La casa estaba diferente cuando llegué esa vez, quizá porque era de noche, o porque no había libros y apuntes sobre la mesa… o porque parecía todo más preparado, más prolijo, en fin! Le presenté mis brownies y los llevó a la cocina para ‘el postre’. Me senté a la mesa y me sirvió con cerveza y algunas cositas ricas para comer sin llenarse. Los detalles de por sí me encantan, y como era ella la que me los servía, no me podía sentir menos que honrada! o sea, ella, teniendo tanta vida, tal vez habiendo dejado de ver a alguno de sus hombres esa noche, se dedicó a servirme una mesa para charlar conmigo! me sentí muy conmovida y agradecida y se lo hice saber. Ella no hizo más que hacerme callar con humildad y tratándome con mucho cariño mientras traía más cerveza, incluso después algo de vino y fernét. Mucha cultura alcohólica no tengo, así que no tardé en sentir los efectos, sobretodo la hipersensibilidad del cuerpo y la desinhibición de las palabras.

No me acuerdo mucho de la charla, que en algún momento se centró en un tema… pero sí el tema y la esencia. Ella tampoco parecía estar muy sobria, hablaba un poco torpe y le costaba levantarse y sentarse. Cuando trajo otro platito con algo de comida, se sentó al lado mío y me sacó el tema de mis ganas de estar con otras personas, y qué iba yo a hacer al respecto. Seguramente le comenté que no tenía idea… y mientras le hablaba, sin que me diera cuenta, con un tenedorcito me empezó a dar cuadraditos de queso (creo) de la mesa en la boca, que yo comía por inercia porque no tenía nada de hambre ni ganas de comer. Uno de esos cuadraditos que me daba, no entró directo a la boca, sino que mientras yo trataba de enfocarme seriamente en lo que decía, lo empezó a pasar por mis labios con suavidad y sensualidad, y la miré y sus ojos seguían el pedacito de queso y mis labios tocándose… Le pregunté qué hacía, me dijo que nada y se rió. Ella misma se comió ese bocado y ambas nos quedamos calladas, mirándonos. Yo creo que con desconcierto, y ella seguía risueña y con mirada maliciosa, como desafiante. Se acomodó el corpiño y eso me obligó a centrarme en sus dos pechos, que si bien no era la primera vez que los veía, me parecieron enormes.

Después de eso todo se interrumpió cuando ella se levantó para ir al baño y, acto seguido, dijo que le había agarrado sueño. No me sentí echada, todo lo contrario, pero no había ido con intenciones de pasar la noche, así que me pedí un taxi y me fui a mi casa, donde casi no pude dormir por pensar en esa situación chiquita que había ocurrido con mi amiga.

Los días pasaron como si nada, hablando como siempre, encontrándonos a estudiar… pero ahora tenía una nueva duda y me la iba a sacar cuanto antes. Llegado un día, “estudiando” en su casa, salió de nuevo el tema sexualidad, y ahí encontré mi oportunidad de preguntar lo que quería. Creo que incluso ella me dio algún pie que no recuerdo, pero le pregunté si también le gustaban las mujeres. Ella me miró con una mueca exagerada de extrañamiento y con una leve risita me respondió que no era lesbiana ni se sentía bisexual, pero que sí sentía atracción por las mujeres, aunque jamás las cambiaría por un hombre. Le pregunté si había estado con alguna y me respondió que sí, incluso me dijo que había estado con otra mujer y un hombre a la vez! Me quedé perpleja! de ella parecía que podía esperar cualquier cosa, pero a pesar de eso no dejaba de sorprenderme! Y como cada vez que me sorprendía, lejos de horrorizarme me causó entusiasmo y admiración. Le pregunté cada detalle, desde qué había sentido, hasta si lo haría de nuevo y todo lo que se me pasó por la mente! Y de nuevo quise estar en su lugar para probar todo lo que ella había probado. Esta vez no se lo dije -no quería que lo tome como una propuesta- pero ella lo supo. Sin dejarme salir del desconcierto me preguntó algo que me hizo tragar saliva: “Te imaginás vos con otra chica y un chico?”. No, no me lo había imaginado, pero en ese momento todo me vino a la mente en una mezcla de excitación, miedo y sorpresa, porque la pregunta tenía un tinte de seriedad, más que una duda curiosa, me sonó a propuesta. Le respondí un poco para salir de la incomodidad: “Y… el chico me tendría que gustar, y a la chica la tendría que conocer y llevarme bien, al menos… alguien que me caiga bien” y me reí algo nerviosa. “Obvio” me contestó “A ver, ponele si yo fuera la chica?”; le dije “No sé! …Pero, y vos? vos estarías conmigo… y con otro más?” “Si, nena! más bien, sino ni te preguntaría…” “Pero en serio me decís?” “Yo pregunto” me respondió. Le dije que lo tenía que pensar mejor para cerrar la conversación ahí. Me sentía demasiado incómoda, tratando de manejar una situación totalmente desconocida e imprevista para mí. Me mentía a mí misma si me decía que no había pensado en al menos darle un beso a mi amiga… y también deseaba con toda la fuerza de mi libido estar con otros hombres, pero… las dos cosas a la vez jamás se me habían cruzado por la mente y necesité un tiempo para pensarlo.

La siguiente vez que hablamos del tema, fue porque yo misma le saqué la charla por internet. Le pregunté de nuevo qué se sentía estar con otra chica y un chico a la vez, y esta vez me detalló más la situación, y de alguna forma me lo transmitió como algo muy positivo. Le dije que habiéndolo pensado, si tenía que engañar a mi novio con alguien, me gustaría que ella estuviera cerca al menos. Ella me dijo que me iba a ayudar a ‘superar’ mis problemas, que me iba a enseñar otro mundo donde iba a poder ver más claro donde estaba en ese momento y que ahí iba a poder decidir mejor qué hacer con mi vida. También que si bien sabía que todo esto de lejos parecía bizarro y daba miedo, vivirlo era de lo más natural, y que ella conocía gente muy amistosa, comprensiva y con buen humor con la que ‘empezar’. Acto seguido me mostró fotos de un chico en particular, y me describió todo lo que le excitaba de él. Mientras me contaba me excitaba con ella, y llegué a tocarme del otro lado del monitor. Llegué a pensar en un trío con mi amiga y el chico de la foto. Sentirlo tan cerca y tan posible, que solamente hacía falta que yo le dijera “Si”, me hacía sentirlo más… De repente se me ocurrió preguntarle cómo sabía que el chico iba a querer. Primero me contestó que era OBVIO porque nadie se negaba a estar con dos mujeres, y después me confesó que ya lo habían charlado entre ellos! No salía del asombro y la excitación aumentaba. Me dijo que ya le había hablado de mí y mostrado fotos, y que él mismo estaba ansioso esperando que nos encontremos. Sentí todo húmedo el pantalón, y un calor interior que me ahogaba si no tenía un orgasmo… me froté más y más, dejando mi mano quieta, para que sea mi pelvis la que hiciera el movimiento. Mi silla crujía, pero no me importaba quien la escuchara en mi casa. Con mi mano libre, torpemente, busqué en la compu la foto del chico, y una foto de mi amiga, y me toqué pensando en ellos dos, o en los tres. Ella me seguía hablando, recibí 4, 10, no sé cuántos mensajes y por fin dejé de tocarme para contestar (sin llegar a nada). Me decía que lo piense y demás, que si quería incluso podíamos organizar algo en que ellos tuvieran sexo mientras yo los miraba… y si me sentía cómoda participaba y sino no… “sin obligación de compra” me dijo. Al leer eso lo vi todo más real, como algo realmente posible y no tan forzado ni difícil de afrontar. Le acepté la propuesta y le dije que le aclarara a su amigo que era MUY probable que yo no me prendiera, y que no se hiciera ilusiones de más.

Todo se arregló en poquísimos minutos! ese mismo fin de semana fui a la casa de mi amiga y el chico no había llegado. Quise relajarme, pensar en otra cosa, y no podía… pero ella misma me habló de temas que poco y nada tenían que ver con lo que esa noche iba a pasar. “Tocar tierra” en ese momento me aliviaba, me sentía cómoda hablando temas familiares en una situación tan fuera de lo normal y que en el fondo me aterraba en la misma medida en que me excitaba. El timbre sonó. Mi amiga bajó para abrir la puerta de calle y en ese momento quise que me tragara la tierra. Busqué distraerme, pensar en otra cosa, actuar natural… pensar en qué decir… NADA! me paralicé y sentada en la mesa como estaba, puse mi mejor cara de estúpida. Antes de lo que quise, él entró por la puerta, cruzando palabras con mi amiga. Me miró y me saludó con respeto y haciendo algunas bromas leves para romper el hielo, de las cuales me debo haber reído como una hiena en celo! porque cuando me pongo nerviosa paso pura vergüenza. Se sentó a un lado de la mesa y siguió conversando con mi amiga, mientras ésta iba de un lado para el otro de la cocina buscando con qué servirnos. Finalmente se sentó a la mesa en una merienda que me pareció de lo más amena. El muchacho parecía simple, tranquilísimo. No le noté ni pisca de nervios, ni de ansiedad. Parecía disfrutar la comida y tomaba de su mate con una lentitud casi exasperante (al menos para mí, que experimentaba todo lo contrario). Mi amiga por su parte también parecía muy tranquila, sobretodo hablando con él, sin embargo cada tanto me miraba y yo notaba que por dentro se estaba preguntando cómo iba a resultar todo eso, mientras quería averiguar cómo me sentía yo. Noté que la mayor parte del tiempo evité mirar al muchacho, creo que por la timidez que sentí, si bien no soy tímida. Él se las arreglaba para que esto no ocurra por mucho rato, ya que en la forma en que hablaba hacía parecer que era totalmente necesario mi aporte al tema (repito, toda una cadena de temas que nada tenían que ver con el sexo).

Las cosas se demoraron muchísimo más de lo que esperaba, incluso me pareció que el tiempo no pasaba más. Por fin en algún momento hubo un movimiento en la mesa, pero fue mi amiga que se levantó por algo que hacía falta. Al volver se sentó al lado del muchacho, quien seguía hablando y tomando mate con tanta tranquilidad, o creo incluso que me estaba sirviendo agua en un mate para mí, cuando veo un movimiento de soslayo y al seguirlo la mano de mi amiga, sin previo aviso, sobre el bulto de su amigo! No veía la terminación del brazo por la misma mesa, pero se adivinaba lo que estaba pasando por el movimiento de su hombro, y por las caras de ambos: él parecía apenas sorprendido y con una leve mueca de contento, y ella tenía los ojos cerrados y los dientes bien apretados se le veían entre los labios tensos, apenas abiertos. Ella ya se había compenetrado, pero ahora él sí parecía algo incómodo. No me miraba, pero parecía tener buena atención puesta en mí. Ella se puso debajo de la mesa y la perdí de vista… por lo evidente de la situación supe que ya se la había puesto en la boca, y él en una inspiración fuerte reclinó la cabeza para atrás y ahora sí pareció relajarse. Cada tanto volvía la cabeza al frente y se miraba sus partes, quizás para ver qué trabajo estaría haciendo mi amiga que le gustaba tanto! En la cara se le adivinaba el placer y la aprobación… Escuché la voz de mi amiga “Te gusta? eh? te gusta cómo te la chupo?” “…Me encanta…” “Me querés acabar? me querés llenar de leche?” “Siempre… pero ahora te quiero violar” “Y violame!” respondió ella desafiante. Todas esas palabras sucias y las expresiones del muchacho me tenían conmovida de calentura, no sé qué cara tendría puesta yo, pero por suerte ninguno me miraba. Él le contestó: “Bueno, andá a la cama, humedecete bien y preparate para tener mi pija adentro… bien adentro. Yo ahora voy”. Se acomodó sus partes y se levantó camino al baño. Ella salió de ahí abajo y por fin le vi la cara, estaba colorada y todo en torno a los labios estaba húmedo con saliva y pelos pegados. Me agarró de la mano y me llevó a la habitación. Me hizo sentarme en una esquina de la cama de dos plazas. Se sacó el pantalón y las medias y con su vagina todavía cubierta, apuntando a la puerta de la pieza, se empezó a tocar. Al salir el chico del baño, se aproximó por la puerta y ella se llevo una mano a la lengua, para que él la viera, y se lamió toda la palma, que luego se llevó otra vez abajo para masturbarse. Él entró (totalmente vestido), se reclinó en la cama y con su mano reemplazó la de mi amiga. La empezó a frotar con delicadeza y mano diestra, por encima de la bombacha. Parecía estar mimándola. Se miraron a los ojos un momento y él con su lengua humedeció la prenda. Por vez primera desde que todo el acto empezara, me dirigió una mirada penetrante y me quedé sin aliento. Hasta el momento me había ido de mí misma y todo parecía una película, pero en ese instante me sentí adentro de esa habitación, pudiendo tocar lo que quisiera cuando lo quisiera hacer. Me deslicé una mano oculta por entre mis piernas y con mucha moderación me empecé a estimular también yo. Él seguía lengüeteando la tanga, y ella gemía con una intensidad alocada y le susurraba con violencia “Así! dale! chupame toda!... Cómo me gusta tu lengua, la puta madre!”. Él se regocijaba en lo que provocaba en mi amiga, y sonreía con malicia mientras con su lengua buscaba correr la tanga… y lo conseguía. Con sus dedos dejó la tanga a un costado y con la otra mano pareció abrir los labios de la vagina, como si quisiera mirar adentro… en vez de eso sopló con delicadeza. “Hijo de puta!” se estremeció ella, y con su propia mano se frotó la clítoris. Él le pasó la lengua con velocidad sobre los dedos, los anillos… levantó la cabeza apenas y echó un hilo de saliva. Ella aumentó la rapidez con la que se masturbaba, él metió dos dedos adentro de su sexo y en pocos minutos ella se retorcía en un orgasmo que yo misma jamás había experimentado en la vida. Sentí algo de envidia y quise entregarme a su amigo para que me haga sentir lo mismo… Me di cuenta de la humedad que tenía entre las piernas y de las ganas que tenía de sentir algo que me penetre… incluso de chupar un pene. Todavía no se la había visto porque me lo había impedido la mesa, pero si se tardaba mucho más no iba a poder soportar pedírselo yo misma.

Fue mi amiga la que se lo pidió: “Dame tu pija en la boca, damela toda que me la trago entera…dame esa pija”. Él se paró, cerca, muy cerca mío. Primero se sacó la remera y mi mirada se me fue a su torso, bien formado, parecía firme al tacto y traía una capa suave de pelo en el pecho, con un aro en uno de sus pezones. De nuevo sentí mi poder sobre la situación, sentí que en cuanto yo misma lo concediera podía pasarle la lengua por ese pezón, por su abdomen… Y mi amiga parecía leerme el pensamiento, porque eso mismo hacía, mientras él con lentitud desabrochaba el cierre, sólo el cierre de su pantalón. Ella metió la mano y casi desesperada sacó a relucir el miembro, que apenas pude ver, porque se lo metió en la boca al instante. Lo tuvo adentro un buen tiempo, parecía querer llegar a tocar las bolas con sus labios y tragarse el pene entero… pero le costaba; respiraba y volvía a intentarlo, una y otra vez, y cada vez más rápido. Finalmente llevó su cara hacia atrás y quedó succionando la última parte de la punta del pene. Por el tiempo que demoraba en esa posición, adiviné que su lengua estaba haciendo lo suyo también. El chico estaba excitadísimo, mordiéndose los labios inferiores, exhalando con brutalidad, agarrando a mi amiga por el pelo con violencia (cosa que ella parecía disfrutar… y yo, para mi propia sorpresa, también). Él sacó el pene de la boca de mi amiga, sin usar las manos, y tan húmedo como estaba se lo fregó por toda su cara, por su cuello, de nuevo en su boca y así… Ella se recostó y agarrando el miembro, lo atrajo hacia su boca de nuevo, esta vez él le estaba encima usando su boca como si fuera la vagina. Los ruidos de su garganta hacían pensar que se estaba ahogando, pero lejos de eso, apenas podía hablar soltaba alguna palabra sucia. En esos momentos sentí que me agarraban una mano, y era ella misma, en un gesto cariñoso, totalmente contradictorio con lo que estaba viendo. Me acariciaba con suavidad con esa mano, y con la otra sostenía el pene erecto de su amigo para que no la atragante.

Mi amiga se sacó la camisa y el corpiño, y metió el pene entre sus pechos, intentando succionarlo cuando en el impulso se acercaba a su boca. Se fijó en mí y me preguntó si estaba bien, a lo que respondí que sí (me imagino que con una voz completamente distinta a todas las que ella me hubiera escuchado nunca). “Vení, acostate al lado mío así ves mejor” me dijo, y no ví por qué no hacerlo. Desde esa perspectiva pude ver todo el cuerpo masculino, tenso, transpirado, moviéndose con sensualidad, por momentos violentamente, por momentos con ternura… “Sosteneme vos las tetas, querés?”. No sé qué contesté, pero me vi haciéndolo tímidamente. Yo justo atrás de su cabeza, sosteniéndole y apretándole las tetas para que el pene que estaba en el medio la pasara mejor. Ella puso sus manos sobre las mías, y después él hizo lo mismo. Ella extendió sus manos por encima de su cabeza y las llevó a mis brazos, me los acarició… me acarició la cara y le besé la mano, puso dos de sus dedos en mi boca y se los chupé. Él seguía con su pelvis en las tetas de mi amiga, y se inclinó levemente, apoyando sus brazos en la cama y acercando su cara a la mía, respirando con fuerza, transpirando y resoplando como una bestia. Me perdí mirándolo y él me miró y me respondió con un beso en los labios. Sacamos las lenguas, nos mordimos con labios y dientes y nos lamimos los cuellos. Mi amiga desde abajo me acariciaba las tetas y me levantó la remera para descubrirlas. Mis tetas son grandes, así que yo misma me saqué la remera del todo y el corpiño y ella las tomó entre sus manos y las besó, las lamió, las mordisqueó. Él la imitó. Los dos me estaban mimando los pezones, uno en cada pecho… y solamente me acuerdo de eso por un buen rato. En algún momento los dos se fueron al mismo pezón, dejándolo en medio de sus lenguas que se lamían mutuamente. Quería que ese placer durase para siempre, y les puse una mano a cada uno sobre sus cabezas, para que se quedaran donde estaban. Alguno de los dos me acarició la entrepierna y no lo detuve. Mi amiga me besó en la boca, nunca me había imaginado excitándome tanto con el beso de una mujer, pero ella era diferente, me había llevado hasta ahí, me estaba dando placer, esa boca había tenido una pija adentro hasta recién… y todo eso me calentaba muchísimo. Él se unió al beso, y rozamos las tres lenguas, los labios. Yo ya no distinguía ni quería distinguir qué era lo que mordía, ni quién me mordía a mi, o de quién era la lengua que se hundía en mi boca. Una de mis tetas tocaba la de mi amiga, y la otra al chico. Sin siquiera pensarlo, de repente sentí su pene en mi mano… yo misma lo había ido a buscar. Lo apreté tan fuerte como pude, y notar la dureza y la resistencia con que aguantaba mi fuerza me hicieron desearla como hacía mucho no deseaba nada. Mi amiga también puso la mano encima, y al darse cuenta que yo ya tenía la mano ahí, se interrumpió y me miró con las cejas levantadas, aprobando la velocidad con la que ‘me soltaba’. Me dijo “Chupásela”. Yo no quería otra cosa que eso, pero el cerebro me decía que no correspondía, ya era cruzarme al otro lado. Él me besó en la boca, me mordió el cuello. Ella se puso atrás suyo y tomó el miembro con una de sus manos, sacando la mía. Él se levantó y se puso al lado de la cama, y se la llevó a ella en la misma posición. Ella sostenía el pene bien erecto y lo masturbaba. Los dos me lo estaban ofreciendo y de repente me vi despreciando algo que quería, y con una actitud un poco ingrata. Así que justificándome de todo, me senté abriendo las piernas hacia ellos dos, incliné mi cabeza con la boca bien abierta. Lentamente me aproximé para meterlo adentro hasta dar con la mano de mi amiga. Ahí cerré un poco la boca y me encontré sintiendo de repente un pedazo grueso, cálido, lleno de relieves… Quise seguir cada relieve con la lengua y me tomé mi tiempo. La mano de mi amiga empezó a frotarlo para atrás y para adelante, y yo empecé a mover la cabeza junto a su mano. Así de suave como lo hice entrar, lo saqué, bien suave, hasta el glande y ahí resbaló para afuera. La miré y era como la había sentido adentro, con el contorno del glande remarcado, las venas latiendo, la mano de mi amiga que resbalaba y buscaba llegar a la punta para acariciarla y volver. Repetí el movimiento anterior y esta vez ella se puso al lado mío. Me dijo que saque la lengua, que lo lamiera, e intenté hacer exactamente lo que me decía, pero aparentemente no lo logré, porque me la sacó de la mano y me dijo “Así, mirá!”, sacó la lengua lo más que pudo y la pasó de la base a la punta del miembro, y al llegar a la punta hizo varios círculos con la lengua sobre el glande y después se detuvo suavemente en el agujerito y bajó de nuevo. Me la dio en la boca como un micrófono e intenté imitarla. Esta vez me aprobó y seguí usando las nuevas consignas. La quería adentro, así que la saqué de mi boca, la froté con las dos manos suavemente y le dirigí una miradita al dueño, pidiéndosela a gritos con los ojos. No logré lo que quería, mi amiga se interpuso antes y la puso en su boca con mis manos y todo. “Vení” me dijo “Chupemos juntas”, a lo que él respondió “Si hacen eso acabo” y ella impaciente contestó “No importa, llenanos de leche”. La idea me calentó, ver salir el semen y que se unte en nuestras caras y frotárnoslo… pero también sentía algo de impresión. Igual le hice caso a mi amiga y nos besamos con el pene en el medio. Mi lengua pasaba del glande a la otra lengua. Ella en algunos momentos bajaba hasta las bolas y yo me lo metía en la boca. “Acabo!” dijo, y mi amiga volvió rápido a la punta, chupando y lamiendo con desesperación, y cada tanto (al no venir) abría la boca y sacaba la lengua esperando el semen. “Me la vas a dar? Nos vas a dar toda tu leche?” le preguntó, me miró y me preguntó a mí “Si? vas a tomártela conmigo?” – hasta ese instante me había visto reacia a hacerlo, pero cuando me lo preguntó sentí que ya no tenía nada que perder y que ya que estaba ahí podía sentir todo lo que ella sentía y salirme de mis prejuicios. “Ajá” le respondí y ahí mismo se derramó todo el semen en su boca y algo en su mejilla, y yo que miraba atentamente, también saqué mi lengua y algo sentí, pero muy poco. Se puso a lamerla y me convidó, las dos le pasamos la lengua cada vez más lentamente… Noté que todo se apagaba y pregunté impaciente “Ya está?”, ella me tiró en la cama, se pasó la mano por su cara fregándose la leche del chico y después me la pasó por un pezón, por el otro… me los masajeó. Él se recostó al lado mío y me acarició la cara muy cariñosamente, la nariz, la boca, el pelo… después también fue a mis tetas y mi amiga me sacó el pantalón. Él se aproximó más a mí y me empezó a besar en la boca, sentí que su miembro se apoyaba en mis caderas; húmedo, caliente… todavía erecto, aunque algo más suave. Le apoyé una de sus manos en un pecho y él lo abarcó todo y lo apretujó. Mi amiga me estaba chupando y masturbando ahí abajo, y él cada tanto le aproximaba lo suyo, con lo cual mi amiga se repartía dando sexo oral a los dos. La lengua de ella era muy complaciente, sabía justo donde tocar, cada cosa que yo quería ella lo estaba haciendo, y pensé que eso era lo bueno de estar con una mujer en la cama.

El muchacho se levantó de la cama y nos contempló. Yo lo miré, me miró y me sonrió. Buscó entre la ropa hasta que encontró un preservativo y se lo puso. Se puso justo atrás de mi amiga, y mientras me la chupaba, sin avisarle, la penetró. Ella respiró salvaje y con fuerza y le dijo algunas guarangadas cachondas. Yo podía verle la cabecita hundiéndose en mi entrepierna y por detrás de ella el torso de su amigo moviéndose con furia, moviéndola a ella y haciendo temblar la cama. Podía sentir la fuerza de la penetración en la lengua de mi amiga. Ella le dijo “Querés que te monte un ratito? estás cansado?”. Él no respondió pero se acostó y ella lo empezó a montar. Yo estaba acostada al lado y me empecé a consolar sola. No se me ocurría cómo meterme. Él gemía y pedía que no pare de moverse, ella lo complacía con una mirada de satisfacción y furia a la vez. Se dejó caer arriba mío y apretó mis tetas contra su rostro. Él se acomodó y la empezó a coger desde esa posición, medio de costado. Se escupió el pene y siguió moviéndose. Yo estiré una mano para tocarlo y él me la tomó. La sacó de ella y se subió arriba mío. Me preguntó si me molestaba que usara el mismo preservativo y le dije que no, con todo el desinterés. Metió la puntita apenas y ya sentí un cosquilleo interno de pies a cabeza. Me penetró hasta la mitad de lo que podía y volvió hasta la punta, y así un par de veces hasta que la mandó con todo el impulso entera para adentro! No pude contener el gemido y le clavé las uñas en los brazos, mirándole los labios. Le pedí que siga, que no pare por nada del mundo. Sentí cómo sus bolas me golpeaban y me vi tentada a agarrárselas, así que eso intenté, pero me costó encontrarlas hasta que mi amiga me guió la mano. Ella puso la cabeza ahí y con mi mano la sentía, seguramente chupándole lo que podía a su amigo. Después bajó y me chupó a mí, y a los dos a la vez, su pija penetrando y mi conchita penetrada, húmeda, abierta. De repente se volvió a mover y se acomodó arriba mío, mientras él me cogía. Sus tetas y las mías se apoyaron unas contra otras, apretujadas y húmedas. “Qué tetas que tenés, hija de puta!” me dijo “No sabés como me calientan!”. Me besó y otra vez pensé en el pene y en el semen que hacía poco habían estado ahí, y en lo lindo que me estaban penetrando a la vez. Sentí algo líquido y cálido caer sobre la clítoris y me di cuenta que era la saliva del chico, que escupía para lubricar (supongo). Me llevé la mano ahí, pasando por entre mi cuerpo y el de mi amiga, abriéndome paso, y me froté la saliva por toda la zona, rápido, con mucha calentura, me pajeé mientras él me cogía, me daba una y otra vez, de diferentes formas y movimientos, y me tocaba… las tetas de mi amiga también me excitaban, frotándose con las mías, las miraba a las cuatro y no cabía en mí misma, después su boca y su lengua que me deseaban… sentí temblar la cama más, y la fuerza de la penetración doblarse, sentí toda le textura del pene adentro mío, lo sentí duro y grande y sentí que todo lo que había en esa cama era para mí… y que todos me deseaban. Sentí un fuego interno, sentí que la respiración se me atoraba, sentí que el vientre se contraía, sentí que me desmayaba, sentí que tenía un orgasmo terrible… y otro, y otro… Ellos lo adivinaron y se empeñaron en acompañarme dándome más placer mientras yo explotaba por adentro, sin entender nada, sólo sintiéndolo todo. Pegué un grito (creo que demasiado fuerte) y quede tendida, relajada, todavía con el pene adentro… que ahora lo quería satisfecho, quería que ese hombre tuviera su merecido y que me diera un pedazo de él en donde él quisiera… pero él la sacó y se la puso a mi amiga, y el movimiento empezó de nuevo. Ella gemía y se retorcía conmigo abajo. Nuestros pechos cada vez más húmedos seguían bailando entre sí, y me buscó la boca para que la bese, y la besé llena de placer. Yo no sabía qué estaba pasando, pero en esa misma posición se hicieron varias cosas por lo poco que entendía. Lo último que recuerdo fue él apoyándose sobre ella y toqueteando las cuatro tetas, donde cabían las manos, ella escupiéndole las manos, y él siguiendo en ese masaje caliente. Mi amiga cambió el gemido, se volvió más entrecortado, más intenso… supe que estaba entrando en otro orgasmo. Esta vez yo tenía que devolverle el favor, así que la traje hacía mí y lamí todo su rostro, su boca, su lengua cuando la sacó… se estremeció arriba mío, las manos del chico volvieron para tocarnos y ella soltó suspiros hasta quedar totalmente inerte arriba mío, besándome pero con suavidad. Él se levantó y de reojo lo ví al lado nuestro, sacándose el preservativo y tocándose. Se la agarré. Él la trajo hacia mi boca, se la chupé. Mi amiga estiró el cuello y también la chupó. Él se volvió a acomodar, esta vez dejó mi cabeza entre sus dos piernas arrodilladas. Puso la parte de abajo de su pene en mi cara y se la empecé a chupar. Mi amiga desde arriba hizo lo mismo, y otra vez el encuentro de lenguas cada tanto mientras lamíamos pija. Él movía la pelvis, o se la agarraba para sacudirla y pegarnos en la lengua… eso me calentaba mucho y ahora sí sentía el deseo de que me acabara arriba. Se masturbó, me dio la puntita, la mordisqueé, se masturbó de nuevo, le dio la puntita a mi amiga y se la lamió, y así un par de veces… “Bésense” dijo, obedecimos, la introdujo entre los besos… me pareció sentir algo caliente, pero nada más pasó, pensé que sería otra cosa… y volví a sentirlo en mayor cantidad, la leche se iba corriendo por nuestras bocas y caía y se deslizaba por mi cara. Una vez, otra vez… pensaba que terminaba pero seguía, y era cada vez más. Traté de que se deslice por mi lengua, seguía saliendo. Ella la chupeteó y yo le pasé la lengua varias veces hasta que la sacó de nuestras caras. Mi cara casi no tenía nada cuando entré en razón, y vi que mi amiga tenía la boca una buena parte. Se sacó un poquito y me la frotó en los labios con los dedos. Sacó otro poco y lo puso entre las tetas, que con nuevas fuerzas volvió a refregar. El resto me lo mostró y se lo tragó. Volvió a abrir la boca y ya no había nada. Yo le abrí la mía y vio que la tenía llena. Me besó. Yo tragué un poquito, pero no pude más con el resto y la escupí en mi mano. Ella me la sacó de la mano y de nuevo la frotó en las tetas. El muchacho ya se había recostado, pero miraba todo con suma atención. Ella se levantó, se acomodó un poco y yo hice lo mismo. De nuevo le agarró el miembro, que ya estaba algo caído, y sosteniéndolo con fuerza le preguntó “Y? te gustó?” “Demasiado… cuándo repetimos?” “Y, no sé…” dijo ella mirándome a mí. Le hice un leve gesto levantando las cejas y los hombros y pasé al baño. Cuando salí los encontré relajados, acostados uno al lado del otro, y como me invitaron, me acosté con ellos un rato largo hasta casi dormirme.


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